Ya sea que acabes de descubrir tu primer callo o dureza, o que te salgan con frecuencia, quizás te preguntes qué los causa exactamente. Después de todo, evitar la causa de un problema suele ser una excelente manera de resolverlo y evitar que vuelva a aparecer.
Continúe leyendo para obtener más información sobre las causas de los callos y durezas en los pies.
¿Qué causa los callos?
Los callos y durezas se producen por la presión en la zona afectada del pie, lo que endurece la piel para proteger la piel más suave que se encuentra debajo. El tamaño, la forma y el nivel de dolor asociados con el callo o dureza pueden variar según su ubicación y la presión ejercida sobre la zona, así como otros factores.
Cuando hablamos de presión en este contexto, nos referimos al estrés físico que sufren los pies día tras día. Tus pies soportan mucho a lo largo de 24 horas, y a menudo no te das cuenta de lo mucho que los das por sentado hasta que te duelen. Entonces, ¿qué factores pueden aumentar la presión en los pies?
Las posibles causas de los callos y durezas en los pies incluyen, entre otras:
- Zapatos que no calzan bien: los zapatos demasiado ajustados ejercerán presión en los bordes de los pies.
- Usar tacones de aguja u otros zapatos de tacón alto: esto te obliga a soportar todo tu peso sobre las puntas de los pies.
- Pasar mucho tiempo de pie
- Realizar ejercicio intenso de pie, por ejemplo, caminatas largas, correr o trotar.
- Tener una cantidad reducida de tejido graso protector en la planta del pie, lo que ocurre naturalmente a medida que envejecemos.
Sin embargo, no es tan simple como pensar que hacer cierta cosa provocará la aparición de un callo. La probabilidad de desarrollar callos y durezas puede depender en parte de lo inusuales que sean las circunstancias. Por ejemplo, si entrenas para tu primer maratón, podrías ser más propenso a desarrollar callos que alguien que corre con regularidad; esto se debe a que sus pies se han adaptado mejor al ejercicio intenso. Sin embargo, esto no significa que quienes corren mucho habitualmente sean inmunes a los callos y durezas.
Otro aspecto a considerar es que el descanso y la recuperación requieren tiempo. Si haces una caminata larga y luego otra al día siguiente, es más probable que desarrolles callos u otros problemas en los pies que si descansaras una semana entre caminatas. Esto se debe a que tus pies no tienen tanto tiempo para recuperarse del esfuerzo inicial.
¿Cómo se forman los callos en los pies?
En su estado natural, los pies son suaves y acolchados para proteger los huesos y músculos internos. Las almohadillas carnosas que conforman la planta ayudan a lograrlo, pero la presión que soportan es limitada antes de que algo cambie. Cuando sometes los pies a un mayor estrés, como en las situaciones descritas anteriormente, la piel comienza a endurecerse para intentar proteger las partes más vulnerables de los daños.
Estas zonas endurecidas (callos o durezas) actúan como un escudo para prevenir otras lesiones, como ampollas o cortes. Las lesiones que abren la piel son más susceptibles a las infecciones, por lo que las durezas ayudan a proteger contra ellas endureciendo la piel antes de que se rompa.
Aunque la capa más externa de la piel es la más propensa a dañarse, los callos suelen tener una porción endurecida que penetra más profundamente en el pie. A veces se le llama raíz, similar a la de una planta, o la raíz de un diente. La raíz endurecida de un callo puede causar molestias al caminar, lo que dificulta realizar las actividades cotidianas.
Cómo evitar los callos en los pies
Si quieres evitar los callos, quizás hayas oído que la única forma de evitarlos de forma segura después de tener uno es eliminar el callo con la raíz adherida. Es tentador creer que eliminarlo por completo evitará que el problema vuelva, pero no siempre es así. La única forma de prevenir la formación de un callo, independientemente de si ya lo has tenido, es aliviar la presión en los pies.
Una forma de lograrlo sería, desde el principio, evitar ejercer una presión excesiva sobre los pies. Desafortunadamente, esto no siempre es fácil ni posible. Por ejemplo, si su trabajo le exige estar de pie todo el día, es inevitable que los pies sufran tensión. Entonces, si no puede evitar la actividad que ejerce presión sobre sus pies, ¿qué puede hacer?
La respuesta es distribuir la presión en lugar de evitarla. En la gran mayoría de los casos, no se forma un callo que abarque todo el pie, aunque este haya estado bajo presión al correr una carrera o caminar todo el día. Es más común que se forme un callo en una zona que ha estado especialmente bajo presión, ya sea por el ajuste del calzado, la forma de caminar o por algo completamente diferente. Los callos se desarrollan en los lugares donde la presión está más concentrada porque el peso corporal no se distribuye uniformemente en las plantas de los pies.
La solución a esto es utilizar un plantilla que alivia la presión Para distribuir la carga de forma más adecuada y desviar la presión del callo o dureza dolorosa. Algunas plantillas logran esto mediante secciones elevadas y bajas para redistribuir el pie dentro del zapato. Al tener una pequeña depresión debajo de la zona sometida a mayor presión, el resto del pie se ve obligado a absorber el peso, aliviando así la tensión en la zona afectada. Esto reduce el dolor, permite que el callo sane y ayuda a evitar la aparición de más callos en el futuro.